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Este pequeño pueblo madrileño se encuentra situado al pie del Alto del Pendón, ubicado al sur de la sierra madrileña del Guadarrama. A escasos kilómetros de la capital (en torno a los sesenta) este emplazamiento se convierte en un lugar perfecto para disfrutar de un fin de semana tranquilo, alejado del ambiente urbano y acompañado de la naturaleza y del plácido silencio que se suman al dulce aire de la sierra que transita por Navalafuente

Creado en torno al siglo XII por unos pastores procedentes de Bustarviejo, la villa no ha crecido en demasía desde entonces, pues otros pueblos como Valdemanco, Guadalix de la Sierra o el ya citado Bustarviejo, situados a su alrededor, han ido acogiendo a la población procedente de la capital que buscaba un ambiente rural para disfrutar del paisaje.

Otro hecho que provocó el descenso de la población, que llegó a aumentar los primeros años del siglo XX, fue la emigración del campo a la ciudad de los años cincuenta y sesenta proclamada por el gobierno franquista para hacer fuerte la población urbana en detrimento del ámbito rural.

De esta manera, apenas son mil habitantes los que ocupan el municipio de forma permanente, pues los fines de semana se llena de los famosos “domingueros” que revitalizan el pueblo y dan colorido a las terrazas de “El Tirol” o del bar “Los Ángeles”. Más en verano que en invierno por supuesto. Las bajas temperaturas del invierno no invitan a pasar la noche en las casas del pueblo debido a las elevadas precipitaciones que se suceden continuamente. Todo lo contrario ocurre en verano, pues el aire fresco procedente de las montañas apaga el calor de la tarde y permite disfrutar de la estancia.

La escasa densidad de población no impide observar la “urbanización” del pueblo, pues las zonas residenciales periféricas como El Chaparral, El Erial, Montesol o Las Viñas, o incluso el casco antiguo del municipio, se han visto remodelados casi por completo. Las antiguas casas de piedra irregulares, es decir, de mampostería, han cedido terreno en beneficio de los bloques de casas o de chalets, lo que ha provocado una ruptura de la armonía con el paisaje tradicional (si lo leen mis amigos, ¿quién no recuerda el descampado de al lado de mi casa?).

Pero esto, en definitiva, es algo normal. El crecimiento de municipios rurales puede llegar a ser hasta positivo desde el punto de vista económico para empresas o locales pequeños. A pesar de este crecimiento, elementos culturales como la Iglesia parroquial de San Bartolomé, que tiene su origen en el siglo XV,  o el potro de Herrar (junto a la casa de la cultura) todavía se mantienen en pie para el disfrute de viajeros.

Otras de las cosas que tampoco han cambiado, y esperemos que no lo haga en muchos años, es la rica vegetación de la zona y el paisaje natural que se divisa por zonas como “El Cancho” o el “Cerro Valentín”.  Debido a la situación del pueblo, se trata de un emplazamiento intermedio entre montaña y campiña, los prados y las dehesas no se ven alterados prácticamente ni por el frío invernal ni por el caluroso verano, lo que beneficia al excursionista que pretenda adentrarse en cualquiera de las rutas que promueve el Ayuntamiento.

La senda de las Callejas, la senda del Cancho y el camino entre Navalafuente y Valdemanco son los tres caminos promovidos por el Ayuntamiento para poder disfrutar del paisaje de la sierra del Guadarrama.Navalafuente desde la senda del Cancho

Así, el camino entre Navalafuente y Valdemanco es el más largo (7 km), y permite pasear junto a la orilla del arroyo Albalá. Posibilita disfrutar de puentes antiguos construidos de granito y también de la famosa cantera de los Navazales, además de una flora formada por alisos, fresnos, chopos y sauces.

La senda de las Callejas (3,12 km), de escaso desnivel, transcurre por las famosas callejas de Navalafuente para finalizar el camino en el Cancho, junto al arroyo Gargüera. En apenas cuarenta y cinco minutos andando se realiza este tranquilo y enriquecedor viaje.

Y para finalizar, destacar la senda del Cancho (5,5 km), donde podemos disfrutar de los paisajes tradicionales de la sierra de Guadarrama. Dehesas de fresno, un enebro centenario o el puente de losas son algunos de los rincones naturales que esconde esta senda.

Y este es mi pueblo. Bueno, uno de mis pueblos. Me he sentido muy a gusto conociendo un poco más de su historia y de su flora y fauna, aspectos enriquecedores para toda persona que deguste Geografía. Muchos son los motivos que me llevan a pasar algunos fines de semana allí y escribir mi primera entrada en este blog sobre él. Es por ello que espero seguir yendo siempre, a disfrutar de la tranquilidad, del ambiente y de mis amigos. Muy grandes por cierto. No grandes de altura, que también. A ellos va dedicada esta entrada.